GRADIVA, LA DEL PIE IZQUIERDO

Gradiva es el nombre de la noveleta que escribió Wilhelm Jensen, en los finales del sXIX y que narra la fascinación de un arqueólogo por una copia en arcilla de un fragmento de cierto friso en bajorrelieve en el cual una joven tiene el gesto de andar con brío y garbo, joven a la que nombró Gradiva (“la que avanza”).

Esta noveleta inspiró un ensayo de Freud: “Delirios y sueños en la Gradiva de W. Jensen” y ha devenido musa inspiradora de artistas y personajes del mundo de la cultura.

Son muchas las referencias a esta musa: su belleza, su gesto femenino en el andar, su garbo, sus pies desnudos y varias otras. Quisiera referirme a una característica particular: En el friso original, de las 6 doncellas que aparecen, Gradiva es la única que parte con el pie izquierdo.

Gradiva es, por tanto, la que marca la diferencia. Gesto que no nos es indiferente a quienes compartimos el oficio de ayudar a nuestros analizantes a ubicar aquella letra que los inscribe como únicos e irrepetibles.

En una secuencia de ‘pies derechos al frente’, Gradiva parte con el izquierdo. Es la encargada de marcar la diferencia, de interrumpir el relato oficial.

Por otra parte, “partir con el pie izquierdo” me llevó a la asociación del dicho: “amanecí con el pie izquierdo”, dicho en donde “lo izquierdo” parece evocar algo del orden de la mala suerte o de aquello que presagia que el camino por recorrer será errático y no exento de caídas. “Amanecer con el pie izquierdo” parece anunciar una sucesión de eventos desafortunados que se irán traduciendo en que las cosas no resulten como uno las quería o las había programado.

Pero, ¿quién es el que programa, planifica y busca que todo salga a la perfección? y ¿qué, o quién, es el que adviene a interrumpir y malograr dichos planes? Me permito establecer una comparación entre lo que puede representar este pie izquierdo entre todos los derechos, con lo que puede significar un lapsus, o un olvido dentro de nuestro discurso.. ¿No es acaso allí donde preferentemente atendemos los analistas?, ¿no ponemos acaso nuestra escucha preferentemente en el error, en lo que no nos resultó? Aquello que no nos resulta como queremos, pese a que ponemos todos nuestros esfuerzos y fracasamos una y otra vez. Nos prometemos partir con el pie derecho esta vez y algo nos hace fallar.

Es en dichos hechos donde ubicamos la división del sujeto y partimos tras la búsqueda de esa verdad otra, la del Sujeto del inconciente.

Un aporte que el psicoanálisis hace hoy -y siempre- a su entorno, es el de tomar aquello que es descartado, barrado, tachado, para considerarlo una entrada a una verdad otra.

Gradiva evoca algo del orden de la singularidad de la diferencia, y de una verdad tras el error.

Ruth Isabel Gaggero

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